Mira a tu alrededor. Estudia tu entorno y verás que tras casi todo lo que ante tus ojos aparezca, reluce un principio científico; un proceso derivado de la ciencia aplicada; una manera de entender el mundo y relacionarnos con él.
El ordenador, que te permite leer cantidades ingentes de información día tras día, ha sido creado tras décadas de investigación y aplicación en las que poco a poco se ha logrado mejorar sus capacidades y potencialidades. La lámpara que a tu lado brilla, convierte la energía eléctrica, que llega desde una central a tu casa, en energía radiante que se manifiesta en la luz que produce. En un objeto tan simple como una lámpara podemos ver cómo los principios físicos y las aplicaciones de la ingeniería se entremezclan entre sí para crear un utensilio que, ni más ni menos, da luz cuando nuestro entorno se vuelve oscuro; un utensilio que nos permite ver.
Son solo dos ejemplos de entre una infinidad; dos ejemplos de los incontables trasfondos científicos que tiene hasta el más simple de los objetos o seres vivos que nos rodean. La ciencia nos rodea, nos ilumina; nos permite ver la realidad a través de una ventana de raciocinio y conocimiento verídico, con las pruebas como bandera. La ciencia es la luz que, en forma de preguntas y respuestas, ilumina los lugares más recónditos de la naturaleza.
Hemos llegado a un momento en el que, tras siglos de acumulación de conocimiento, somos capaces de comprender nuestro entorno y a nosotros mismos como nunca antes se había logrado. Sin embargo, para poder encontrar explicación a tan complejos fenómenos (como hacen las ciencias básicas), o para poder desarrollar a partir de esas explicaciones las aplicaciones prácticas que mueven nuestro mundo (como hacen las ciencias aplicadas), nos valemos de un lenguaje matemático y formal que escapa al gran público, que hacen que estas maravillas sean incomprensibles para aquel que no tenga una formación científica adecuada.
Y ese es el lugar en el que la divulgación científica se alza con todo su esplendor, bella e imponente, permitiendo que estos conocimientos lleguen al mundo. Es la herramienta que, llevada por científicos y periodistas, hace de puente entre ambas partes. Divulgar es hacer fácil lo difícil; hacer comprensible lo incomprensible para muchos; hacer cercano aquello que parece perderse en la distancia cuando no se disponen de las herramientas necesarias para alcanzarlo.
En ese sentido, se convierte incluso en un deber para con la sociedad. Todos, científicos y no científicos, tenemos derecho a poder ver el mundo a través de la lente del pensamiento racional y de una explicación basada en evidencia científica. Todos tenemos derecho a disponer de las herramientas necesarias para zafarnos de los modernos y antiguos engaños que proliferan en la sociedad en que vivimos, tomando nombres tan diversos como PowerBalance, astrología, caras de Bélmez, homeopatía, y todos sus siniestros compañeros.
En España, y en un momento en el que la ciencia y la educación agonizan bajo el yugo de políticas arcaicas, el espíritu de la divulgación está naciendo con fuerza. Grandes portales de divulgación, grandes revistas, grandes divulgadores, grandes eventos… estamos uniendo fuerzas e ilusión para construir un lugar en el que saber de ciencia y hablar de ella sea algo normal; un lugar en el que los medios de comunicación dediquen cada vez un espacio mayor “a eso de la comunicación científica”, dejando a un lado grandes hermanos, belenes estébanes, y demás basura televisiva que, cómo no, sirven de excusa para llamar “caja tonta” a este artilugio. Lo sé… pueden llamarme iluso con toda razón. Solo espero que llegue un momento en que dejemos de mostrarnos tan adormilados ante esa gran marea de información vacía.
Por lo pronto, lo mejor que podemos hacer es unir nuestras voces y hacer que la ciencia suene; que retumbe su melodía en cada rincón al que lleguemos. Que aquellos que nos escuchen aprendan a mirar a su alrededor; a estudiar su entorno y ver que tras casi todo lo que ante sus ojos aparezca reluce un principio científico; un proceso derivado de la ciencia aplicada; una manera de entender el mundo y relacionarnos con él…